¿NOS VEMOS EN LAS REDES?
Unos lo llaman photocall, otros fotocool, fotocall y otra docena de variantes más. Los anglosajones, que fueron los que se inventaron esto, le dan un nombre tan glamuroso como photobooth (o sea, fotomatón traducido a la lengua de Cervantes).
Al final el nombre es lo de menos, lo que realmente importa es pasárselo en grande. Y para ello os dejo la receta para montar un photobooth en vuestra fiesta, ya sea una boda o cualquier otro evento:
– Un rincón discreto donde montar el “chiringuito”: el fondo, los flashes y la mesa con el atrezzo.
– Algo de atrezzo y complementos: algunas pelucas y sombreros, unos cuantos bigotes postizos y dos o tres boas de plumas pueden servir.
– Un puñado de invitados con ganas de pasárselo bien.
– Un fotógrafo que inmortalice el momento de desparrame de tu suegra o de tu cuñado (ese serio empleado de banca).
Se mezclan todos los ingredientes y se adereza con dos medidas de buen humor y un puñadito de cachondeo. Opcionalmente puede regarse con una copita de licor, aunque como en todo, no conviene abusar.
El resultado es un plato con matices que van desde lo dulce a lo picante… aunque lo mejor es que lo veáis con vuestros propios ojos: os dejo con el photocall de la boda de Esther y David, en la que todos disfrutaron a lo grande y por un rato hasta los más mayores dejaron salir al niño que llevan dentro.
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Me encantan estos fotocall, Sergio… ya tengo ganas de ponerlo algún día en práctica…es original y divertido y uno de los mejores recuerdos que se pueden tener. Un abrazo!